MICROCUENTO
Un Fama Dos Famas
Recuerdos Inevitables
Un Fama Dos Famas
Recuerdos Inevitables
Publicado en Luna de Enfrente, suplemento literario de RazonEs de Ser, Torreon, Coahuila, EEUU Mexicanos
A ella me la presentaron cuando vendía camisetas, y la verdad, ya la había olvidado, pero vi esa película y la recordé. La recordé como hablaba, como vestía, como vivía; también recordé sus piernas, su cara, sus nalgas, sus escotes… …en fin; la película se trataba de una pareja que se iba de ilegal para Estados Unidos. La historia para ser sinceros era mala, o más o menos, tan poco tanto. Mala sí, pero no mala mala. Hay peores. Algo malo eran los actores, aunque eso fue lo que más ayudo a que me acordara de ella, y también de mí. El hombre por ejemplo, el protagonista, era torpe, débil, sin carácter, como yo. La mujer, la protagonista, en cambio era, bonita, desparpajada, mandona, paisa y entradora, como ella. Tal vez era una buena representación de los dos el hecho que los protagonistas fueran malos actores en la película y yo me acordará de eso en el teatro mirando la película, recordándola vendiendo camisetas, y entendiéndola a ella como nunca la entendí, como protagonista de su vida donde ella era Reina y la veía hacer lo que se le daba la gana conmigo cuando salíamos, cuando hablábamos y yo miraba su cara, su escote por supuesto, y ella me decía que hiciera cosas que yo no quería hacer pero terminaba haciendo porque no era capaz de negarme cuando me hablaba paisa y ese era uno de mis sueños como todo sueño estúpido de todo rolo, tener una novia paisa para que me hablara paisa, me besara paisa, y me hiciera el amor como solo, dicen lo rolos que han estado con paisas, lo saben hacer ellas, las paisas; como en la película cuando veía a la protagonista desnuda, riéndose, diciéndole al protagonista, que tan bobito, que tan lindo; como ella diciéndome a mi, recordándola en medio de una sala llena de espectadores que veían la película y se impresionaban con la historia, pero que a mi me recordaba a mi paisita, sobre todo en esa escena de ella en Sonora, en México, cuando están desnudos haciendo el amor, con el resto de ilegales afuera de la pieza y ellos ahí, y yo ahí, recordándola, buscándola cuando se me perdía en Bogotá, que no es como en New York cuando alguien se pierde, pero que igual, mi búsqueda era tan sufrida como la del protagonista, que al final se cansaba de buscarla cuando ya la había encontrado y la tenía al frente, pero ya no valía la pena seguirla porque la película tenía que acabar y la gente se retiraba de la sala con los créditos del final en frente, caminando hacia la salida igual que yo, acordándome de por qué me había alejado de ella sino me había hecho nada malo y solo yo y mi estúpido miedo habían impedido que fuera con ella hasta el fin del mundo como ilegales en la tierra de nadie.