"La decadencia de la mentira. Protesta".
Una de las principales causas del carácter singularmente vulgar de casi toda la literatura contemporánea es, indudablemente la decadencia de la mentira, considerada como arte, como ciencia y como placer social.
Los antiguos historiadores nos presentaban ficciones deliciosas en formas de hechos; el novelista moderno nos presenta hechos estúpidos a guisa de ficciones.
El libro azul se convierte rápidamente en su ideal, tanto por lo que se refiere al método como al estilo. Posee su fastidioso documento humano, su mísero coin de la création ( rincón de la creación), que él escudriña con su microscopio.
Se lo encuentra uno en la Biblioteca Nacional o en el Museo Británico, buscando con afanoso descaro su tema.
Ni siquiera tiene el valor de ideas apenas; con reiteración va directamente a la vida para todo, y, por último, entre las enciclopedias y su experiencia personal, fracasa miserablemente, después de bosquejar tipos copiados de su círculo familiar o de la lavandera semanal y de adquirir un lote importante de datos útiles de los que no puede librarse por completo, ni aun en sus momentos de máxima meditación.
Sería difícil calcular la extensión de los daños causados a la literatura por ese falso ideal de nuestra época.
Las gentes hablan con ligereza del "mentiroso nato" igual que del "poeta nato". Pero en ambos casos se equivocan.
La mentira y la poesía son artes -artes que, como observó Platón, no dejan de tener relaciones mutuas-, y que requieren el más atento estudio, el fervor más desinteresado.
Poseen, en efecto, su técnica, igual que las artes más materiales de la pintura y de la escritura tienen sus secretos sutiles de forma y de color, sus manipulaciones, sus métodos estudiados.
Así como se conoce al poeta por su bella musicalidad, de igual modo se reconoce al mentiroso en ricas articulaciones rítmicas, y en ningún caso la inspiración fortuita del momento podría bastar.
En esto, como en todo, la práctica debe preceder a la perfección.
Pero en nuestros días, cuando la moda de escribir versos se ha hecho demasiado corriente y debiera, en lo posible, ser refrenada, la moda de mentir ha caído en descrédito.
Más de un muchacho debuta en la vida con un don espontáneo de imaginación, que alentado y en un ambiente simpático y de igual índole, podría llegar a ser algo verdaderamente grande y maravilloso.
Pero por regla general, ese muchacho no llega a nada o adquiere costumbres indolentes de exactitud.
Oscar Wilde
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La decadencia de la mentira
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