En esta entrevista, los lectores podrán saber aún más cómo y por qué España empieza a desangrarse y la poesía se indigna. Tiene la palabra Alfredo Pérez Alencart, poeta y ensayista hispano-peruano. Desde 1987, es profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca. En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía. Desde 1998, es coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos.
por Delfina Acosta
ABC Digital
Asunción del Paraguay
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¿La poesía también se indigna ante el drama económico que vive España?
La poesía es vida y sus oficiantes la empuñan con inclaudicable fuerza, sea en España o Etiopía. Al margen de tópicos romanticoides, desearía precisar que el poeta no mira la luna más que cualquier otro mortal ni tampoco espera la salida del cucú oculto en las entrañas de un reloj que no funciona. Conviene decir que no todo el que escribe versos logra, al final, destilar Poesía. No es fácil lograr que esas palabras arrejuntadas obtengan el voltaje necesario para darles eternidad en la memoria de aquellos a los que logró conmover. Sépase que el poeta no es alguien panfletario: es un “cirujano” que detecta más rápido, por ejemplo, lo hermoso o cancerígeno de una sociedad solidaria o próxima a la metástasis. De ahí surgen vibrantes poemas telúricos, eróticos y sociales. Entonces, solo por necesidad, hace loanza o clama, dando voz a quienes no tienen posibilidad de exponer su drama o su porción de felicidad.
Claro que el poeta español se indigna ante toda injusticia o beligerancia unilateral, algo que demostró cuando la guerra de Irak, por señalar un caso. También se consterna ante la devastación que en Japón causó el maremoto del pasado año. Lo ha demostrado tanto en verso como en prosa. Pero es cierto que la aparente bonanza económica, gozada las dos décadas pasadas, hizo que buena parte de esa inmensa minoría poética se decantara hacia una poesía existencial marcada por melopeas del yo y por un coloquialismo intrascendente. Había como un desdén hacia todo texto que abordara la cruda realidad de algunos desfavorecidos, como era el caso de los inmigrantes llegados por tierra, cielo y pateras. Hoy muchos españoles están saliendo o se plantean traspasar fronteras.
De este tiempo crítico estoy convencido que surgirán algunas voces nuevas que sigan la estela que otrora dejaron León Felipe o Gabriel Celaya. Habrá brotes de poesía cívica de alta calidad, como la de mi amigo Jacobo Rauskin en suelo paraguayo.
Los poetas son marcadamente sensibles. ¿Cómo sientes tú, íntimamente, la situación que acorrala al pueblo, a los desfavorecidos?
La tormenta que descarga su granizo sobre España y sus gentes me lacera hasta llagarme el corazón. El contómetro existencial indica que radico en Salamanca más años que los vividos en mi Perú primero, aunque ya antes España estaba en mi sangre, pues por vía paterna, el abuelo procedía de Asturias, mientras que mi abuela tenía linaje gallego. Y si antes me dolía la España de extramares, hoy me duele esta España que de pronto perdió sus poses de nueva rica y ve cómo cerca de cinco millones y medio de ciudadanos están en el desempleo, sufriendo efectos negativos como el embargo y remate de la vivienda adquirida con préstamos hipotecarios o estrecheces por no llegar a fin de mes.
Sin ser clarividente ni adoptar lenguaje de pitoniso, en 2006 escribí un poemario titulado Hombres trabajando publicado a principios de 2007 por el sindicato UGT. Entonces muy pocos comentaron el libro porque, supongo, lo creyeron desfasado, filosocialista y demás sandeces. Era una llamada de atención de un poeta que, además, oficia de profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Salamanca. No me cuadraban las cuentas entre los salarios que se ganaban y los precios estratosféricos de las viviendas. Algo no encajaba en ese tren de consumo desaforado, automóviles de última generación, vacaciones y viajes por doquier. Así, en los primeros versos del poema inicial, “Hermano, amigo que trabajas” ya se encuentra la advertencia: “Yendo a lo nuestro,/ acercándonos a la lumbre/ que al crepúsculo/ nos alumbra el rostro, te diré/ que debes aprender a recibir los días/ con todas sus esquirlas,/ a que pueden volver/ veranos oscuros, languideces,/ grilletes”. En casi todos los sectores de la población había excesiva confianza en la bonanza eterna y se solicitaban préstamos que se dilataban hasta treinta y cinco años. Los bancos otorgaban créditos sin mayores garantías y cada quien se preocupaba de lo suyo, optando por desviar la mirada ante ciertos casos de miseria o ante innumerables casos de corrupción. Cada pueblo o ciudad pequeña quería magnas infraestructuras; cada provincia su aeropuerto y que el tren de alta velocidad pasara por la puerta de su casa.
Los pocos que escribíamos artículos denunciando este derroche no pocas veces recibimos reproches o insultos. Ahora todos.
ESQUELA DE DEFUNCIÓN DE LA SANIDAD
¿Saldrá a flote España? ¿Percibes un panorama económico alentador?
España saldrá a flote cuando ponga a buen recaudo a sus truhanes, llámense banqueros que se jubilan con 60 millones de euros o políticos lacayos que piden sacrificios salariales o despidos gratuitos; llámense yernos del Rey o ladronzotes de cuello blanco saqueando las arcas públicas; llámense también tantos gobiernos de comunidades autónomas que se han sobreendeudado alegremente: las autonomías han motivado, por lo general, una duplicación del gasto que hacía el Estado.
Ya está bien que otra vez paguen los justos por los pecadores. Espero que las inclemencias de esta crisis, el hartazgo ante las sumisiones del poder político a la injerencia del poder financiero provoquen una catarsis que traiga la Ética que nunca pasa de moda.
También es necesario que se vuelva a entrañar en el imaginario colectivo la cultura del esfuerzo y de saber que el dinero no es un maná que cae del cielo, que hay que hacer sacrificios y dedicar tiempo a labrarse un futuro mejor.
España saldrá a flote cuando los políticos dejen de decir muchas hermosas mentiras y cuando volvamos a la prudencia, bien lejos del despilfarro de hace poco.
El panorama económico no es alentador, pues los nuevos políticos gobernantes creen que solo los recortes solucionarán el problema del déficit público. El consumo se ha frenado en seco, los bancos tienen activos que no valen lo que figuran en sus balances, como es el caso de los préstamos de dudoso cobro. Necesitan una inyección de dinero de más de cien mil millones de euros.
No tengo demasiado optimismo, más sabiendo que la economía mundial está al borde la recesión y de que el actual ministro de Economía fue el responsable para Europa del banco Lehman Brothers, el mismo que quebró, pero tras mucho falsear sus cuentas con tal de seguir aparentando una solvencia que no tenía, aprovechando la desregulación de los mercados financieros.
El neoliberalismo ultramontano quiere acabar para siempre con los derechos sociales. Ahora impone sus propios gobiernos, como en Grecia o Italia, sin pasar por las urnas. Y está preparando la esquela de defunción de la sanidad o la educación pública de calidad. Creo que el modelo de Islandia prenderá más pronto que tarde, pues por referéndum ciudadano se negó a rescatar a la banca privada, nacionalizando los bancos y procesando judicialmente a sus directivos y a políticos que dolosamente permitieron esta comisión de delitos financieros. Islandia ha terminado el año con un crecimiento económico que supera de largo a la Unión Europea, el mismo que se prevé del 2,7 % para 2013, entre otros motivos por que está generando empleo.
En América Latina se escucha el latir profundo de España. El ejemplo de este diario paraguayo cruza fronteras de una hermandad inabarcable.
29 de Enero de 2012