La entrañable transparencia
Nota editorial en el último envío de Monografías.com
No importa el signo, importan el desinterés y la búsqueda, búsqueda que fue hasta el sacrificio.
El Che Guevara no es argentino, ni cubano, aunque varios de los trabajos de nuestros colaboradores relaten muy bien detalles de su vida (por ejemplo "El Che Guevara", de María Belén Blanco, y este otro de Fidel Canelón, de Venezuela, ofrezca en el punto 4 la "Esencia de la filosofía guevarista").
El lugar donde nace El Héroe que necesitan todos los pueblos para sus leyendas entrañables es accidental.
Sería bueno confrontar esta última afirmación con "La tarea del héroe (elementos para una ética trágica)", enviado por Carlos Alberto Ayala Rocha.
Tampoco Guevara es de clase media o alta, ni hijo de Celia de la Serna, ni el enamorado de Hilda y luego de Aleida, ni el médico que obtuvo su diploma en la cosmopolita Buenos Aires.
El Che no es hermoso como se lo ve en las fotografías, ni tiene el mismo gesto y la mirada de Cristo cuando muere.
Su esencia es mucho más profunda.
Es la de un hombre que se hizo todas las preguntas que debe hacerse un hombre -y que a menudo nos hacemos- pero que se diferenció de casi todos porque fue hasta las últimas consecuencias para respondérselas.
Es un hombre desnudo, sin capas y capas de vestiduras, polvos y máscaras.
Por eso su mirada es la más inocente de todas, por eso es tan lumminosa.
De dónde vino, cómo llegó a Sierra Maestra, sus intimidades, roces o amores con Fidel ("La relación entre Fidel y el Che: una profunda amistad"), también son accidentes.
Tanto como su actual "comercialización"
Su estampa en las remeras de los adolescentes, significando rebeldía; sus libros en los escaparates, para crítica o entretenimiento; sus viejos afiches en las habitaciones de los hippies devenidos viejos o de los viejos socialistas, especie que aunque tenga 80 años nunca dejará de portar un aire y un corazón muy niños, son circunstancias que no hacen a las honduras heroicas del Che pero que, rodeándolo, contribuyen a su hechizo.
Por Mora Torres
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