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Poe: una vida truncada - Nueva biografía
EDGAR ALLAN POE:
UN HUÉRFANO PERPETUO EN EL MUNDO
EN ESTE FRAGMENTO DE "POE. UNA VIDA TRUNCADA",
BIOGRAFÍA QUE EDHASA DISTRIBUYE EN ESTOS DÍAS,
EL AUTOR NARRA LA DIFÍCIL INFANCIA DEL CÉLEBRE POETA Y CUENTISTA.
A 200 AÑOS DE SU NACIMIENTO, LA EDITORIAL LANZA ADEMÁS SUS CUENTOS COMPLETOS EN LA RECORDADA TRADUCCIÓN DE JULIO CORTÁZAR
Edgar Allan Poe se ha convertido en la imagen misma del poète maudit, del alma maldita, del vagabundo. El suyo fue un destino muy duro, y su vida resultó casi insoportable. Desde el momento de su nacimiento no dejaron de lloverle los golpes. En cierta ocasión dijo que "para revolucionar de repente la esfera del pensamiento humano universal", bastaba con "escribir y publicar un libro muy breve. Su título sería muy sencillo, unas pocas palabras: Mi corazón puesto al desnudo . Pero ese libro debía ser fiel a su título".
Poe no escribió nunca semejante libro, pero su vida se pareció bastante. Lo que lo atormentaba, una mezcla de angustia implacable y un anhelo no menos desesperado, afloró en él muy temprano. Su madre ya había contraído la tuberculosis antes que Poe naciera, y cabe suponer que durante el embarazo el feto no estuviera suficientemente bien alimentado. Los riesgos de un espacio muy reducido, donde una víctima respira con dificultad, tienen gran presencia en sus relatos. Sus padres, David y Eliza Poe, también penaron por los sinsabores constantes fruto de la pobreza. Aquella tensión ambiental afectó sin duda el feto. Así, puede decirse que la vida azorada de Poe empezó ya antes de nacer. "Creo que Dios me dio una chispa de genio -manifestó unas semanas antes de morir-; pero la apagó en la miseria."
Poe nació un día frío de 1809, el 19 de enero, en una casa de huéspedes de Boston. [...] Sus padres eran actores ambulantes, es decir, poseían un estatus sólo un poco superior al de vagabundos. Puede que le pusieran el nombre de pila de Edgar por el empresario del grupo teatral con que trabajaban los Poe.
Algunos de sus coetáneos notaron que, en años posteriores, Poe exhibía cierto aire teatral, casi histriónico. "El mundo será mi teatro -escribió en cierta ocasión-. Debo conquistarlo, o morir." [...] La vida errante de los Poe surtió un efecto inmediato en su hijo: a poco de nacer, lo enviaron con sus abuelos paternos, que residían en Baltimore (Maryland), que lo cuidaron durante varios meses. Fue éste el primero de los múltiples rechazos sufridos por Poe.
Sin embargo, tal vez a consecuencia de ello, siempre sintió veneración por su madre. En cierta ocasión, en un artículo que escribió para un periódico, afirmó que era "hijo de una actriz, y siempre me he vanagloriado de ello; ningún conde estará nunca más orgulloso de su condado que yo de proceder de una mujer que, aunque de alta cuna, no dudó en dedicar al drama su breve carrera de genio y de belleza". Estaba dando aquí la mejor versión de la conducta materna.
Vidas de artistas
Por supuesto, Eliza Poe no provenía en absoluto de una buena familia. Había zarpado en 1796 de Inglaterra rumbo a América en compañía de su madre, una actriz de Covent Garden, con la esperanza, o las expectativas, de encontrar en el nuevo país mayores oportunidades en las artes dramáticas. Aunque sólo contaba nueve años en la época de su migración, no tardó en convertirse en una "artista" consumada. A los tres meses de su llegada a Estados Unidos, ya estaba actuando sobre un escenario. [...] En 1802, a los quince años, se casó con otro actor, Charles Hopkins, que murió tres años después. El 14 de marzo de 1804, a los seis meses de la muerte de su primer marido, la joven actriz contrajo matrimonio con David Poe en Richmond (Virginia), en unas circunstancias al parecer algo apresuradas. El novio tuvo que pedir dinero prestado para la ocasión. Destinado a cursar la carrera de derecho, sus ambiciones teatrales lo apartaron de ese camino. Sin embargo, dichas expectativas se vieron sólo colmadas en parte (en los periódicos puede leerse entre líneas que no estaba a la altura de su bonita y joven esposa). Según una revista, "no se hallaba preparado para los altos vuelos del drama". Tres años mayor que su mujer, contaba veintiuno en el momento de la boda. Sin embargo, para entonces ya era un hombre impetuoso y derrochador, además de aficionado a la bebida. A menudo se cancelaban las representaciones, con muy poco margen de tiempo, a causa de lo que el empresario teatral llamaba una "súbita indisposición" del señor Poe, eufemismo empleado para ocultar una intoxicación total. Actualmente se debate si la propensión a beber en grandes cantidades, o la propensión al alcoholismo (que no es lo mismo) pueden heredarse. La única carta que ha llegado hasta nosotros de puño y letra de David Poe es una desesperada petición de dinero, con la promesa de que "sólo una angustia extrema podría empujarme a cursar esta solicitud". Exactamente el mismo tipo de carta que su hijo se vio obligado a escribir en años sucesivos.
Podría decirse que Poe se convirtió en una especie de eco de su padre, relación tan fantasmagórica como muchas de sus obras de ficción. [...] En el verano de 1809, David y Eliza volvieron a Baltimore por el pequeño Edgar. Sin embargo, no fue una feliz reunión familiar. Marido y mujer habían contraído la tuberculosis, enfermedad agravada por la pobreza y el sustento incierto. [...] Poco después, en determinado momento de la primavera o de principios del verano de 1811, David Poe desapareció, y jamás volvió con su mujer ni con su familia. Según el Norfolk Herald del 26 de julio, la señora Poe "se quedó sola..., sin amigos y sin protección". [...] Por esta época, Eliza se hallaba en los inicios de la fase terminal de la enfermedad. El pequeño Edgar debió de ser dolorosamente consciente de la desaparición paterna y del progresivo debilitamiento materno. Aunque puede que no comprendiera del todo lo que ocurría, en esos años tempranos se vio ciertamente inmerso en un clima de amenaza y fatalidad. La angustia fue sin duda el compañero de juegos de su infancia. Fue testigo directo del gradual deterioro de la salud de su madre, en medio de dolorosos accesos de tos y de vómitos de sangre. Imágenes éstas que nunca lo abandonarían. En muchos de sus cuentos, Poe resucitará las facciones consumidas por la tisis de la mujer amada. Entre julio y octubre de 1811, Eliza Poe aún apareció sobre el escenario de un teatro en Richmond. Luego, en noviembre, se metió en la cama para no volver a salir de ella. A principios de dicho mes, un ciudadano de Richmond manifestó que se hallaba "enferma" y "en extrema necesidad". A finales de noviembre, el Richmond Enquirer anunció que "La señora Poe, condenada a guardar cama por enfermedad y rodeada de sus hijos, pide ayuda, y la pide tal vez por última vez". Nueve días después, murió. [...] Aunque difícilmente podía saber entonces lo que suponía la muerte de su madre, con el paso de los años la sensación de dolor y de pérdida irreparable fue resultándole a Poe cada vez más opresiva. Había algo importante que faltaba. Algo precioso había desaparecido. Poe fue un huérfano perpetuo en el mundo. Tanto su vida como sus escritos parecen atados, con un vínculo de fuego, a estas primeras experiencias de desamparo y soledad. La imagen de la mujer muerta o moribunda, joven, bella y bondadosa se halla en toda su obra de ficción.
Por Peter Ackroyd
Fuente: ADN Cultura
Más información: http://www.lanacion.com/
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